La teoría económica neoclásica pone de manifiesto la existencia de una fuerza que promueve los flujos de capital de los países ricos hacia los países pobres (Pérez-Oviedo, 2015). Este proceso derivado de la globalización es causante de que las ensambladoras de automóviles implementen estrategias sustentadas en la competitividad para adaptarse al entorno; las plantas productivas han adoptado practicas globales en sus actividades de manufactura desagregando su proceso productivo, encomendando las actividades de menor importancia y subcontratando los niveles inferiores de la cadena de suministros. La dirección en la cadena productiva se ha vuelto un punto focal para establecer estructuras de negocio solidas frente a los proveedores, instaurándose en zonas cercanas a las nuevas plantas armadoras instaladas (Álvarez, 2002).
Existen dos hechos importantes que influyen en los cambios de la industria automotriz: el aumento de la demanda global de automóviles, y los cambios tecnológicos (Álvarez, 2002). De ahí que la industria automotriz pasó de ser una simple ensambladora a formar plantas altamente especializadas encaminadas a mejorar la calidad de su mano de obra, lo que le ha llevado a ubicarse en los sectores más modernos de la industria manufacturera, aunque por debajo de industrias dedicadas a la nanotecnología y al sector aeroespacial (Muñoz, 2018).
En México los cambios en la industria han sido promovidos principalmente por la competencia de las empresas automotrices en el mercado de Estados Unidos y el crecimiento acelerado de la industria automotriz China, permitiendo la entrada de nuevas empresas al mercado (Álvarez, 2007). El sector automotriz en México siempre ha sido una piedra angular del desarrollo industrial del país, pues establece cadenas de suministro de alto nivel que incentivan el desarrollo de proveedores, estimulando los sistemas de calidad, y optimizan los sistemas de producción (Miranda, 2007).
La industria automotriz se localiza principalmente en los Estados de la franja fronteriza, donde su enlace ocurre de forma paralela con las automotrices Ford, GM y Toyota, la primera ensambladora ubicada en la ciudad de Chihuahua y Hermosillo, cuya inversión supera los 1,600 millones de dólares con una producción de 300,000 autos anuales. General Motors con su armadora de motores y camiones en Estado de México y Querétaro, además cuenta con plantas productivas dedicadas a la exportación de camionetas; Toyota ubicada en Tijuana pose una inversión por 140 millones de dólares, lo cual le da una capacidad instalada para producir 30,000 unidades al año de su camioneta Tacoma, adicionalmente esta planta contempla la producción de componentes automotrices para proveer las plantas de Estados Unidos (Miranda, 2007).
Dicho lo anterior la industria automotriz tiene gran relevancia en México, pero no fue hasta inicios del siglo XXI cuando la industria automotriz eléctrica empezó a desarrollarse, con la producción de vehículos con sistemas basados en baterías eléctricas de litio, o la utilización de celdas solares (De León, 2009).