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Tres tipos de conocimiento

Conocimiento espontáneo

El conocimiento espontáneo es el que se adquiere de manera cotidiana, sin una planeación y sin la utilización de instrumentos especialmente diseñados. En él coexisten elementos racionales e irracionales. La finalidad del sujeto en la relación del conocimiento no es conocer al objeto sino sólo satisfacer nece­sidades. Aunque esa relación ya incluya un cierto nivel de conocimiento, éste es superficial y acrítico.

Durante el discurrir de cada día no nos preguntamos porqué suceden las cosas, el conocimiento queda encerrado en expresiones tales como: "todo el mundo. . .", "porque así se usa", etc. Esta forma de conocer se queda en la apariencia, acep­tándola como verdadera sin probada. Los estereotipos, las supersticiones, los adagios, los prejuicios, etc., pertenecen a este tipo de conocimiento. 

Los estereotipos

Los llamados estereotipos son formaciones mentales que se han constituido en la conciencia de los hombres, imágenes con un matiz emocional que transmiten significados y que combinan elementos de descripción, valoración y ordenamiento.

Los estereotipos no son una simple imagen, sino una imagen estandarizada, simplificada, de cualquier hecho de la realidad, un esquema que sólo fija algunos rasgos del fenómeno que a veces no existen sino que se le asignan subjetivamente. El resultado objetivo de la formación de estereotipos es un conocimiento simpli­ficado, esquemático, a veces cercano al verdadero, a veces una representación deformada de la realidad, que actúa como una especie de barrera psicológica para su posterior conocimiento.

Los hombres consideran que los estereotipos son conocimientos, aunque en la práctica contienen únicamente una descripción incompleta y unilateral de al­gún hecho de la realidad. Por lo general, esta descripción se combina con intensas actitudes emocionales (simpatía o antipatía, aceptación o rechazo) y con una tra­dición establecida, o con el ordenamiento habitual de la conducta y de la valora­ción de este hecho de la realidad. Es cosa corriente que bajo la influencia de su entorno social el hombre asimile de manera no crítica los estereotipos.

Los estereotipos se diferencian cualitativamente: pueden acercarse más o menos a la verdad, y pueden ser falsos o una deformación involuntaria del objeto de que son reflejo. Si se evalúan los estereotipos según los criterios de la verdad científica y de la lógica rigurosa, habrá que reconocer que son medios sumamente imperfectos del pensamiento. Y sin embargo, los estereotipos existen y son am­pliamente utilizados, aun cuando los hombres no tengan conciencia de ellos.

El llamado sentido común es lo que constituye el conocimiento espontá­neo. Cada día realizamos actividades sobre las que no reflexionamos sino que las hacemos de manera automática. En realidad todo lo dicho con relación a la vida cotidiana está inserto en este tipo de conocimiento. Todos nosotros tene­mos experiencias de este tipo.

El conocimiento espontáneo es acrítico y se queda al nivel de las aparien­cias. Ejemplo de esto es la suposición de que el cielo es azul porque a simple vista así lo parece. Sin embargo, el color azul se debe a la refracción de los rayos solares en la atmósfera.

 Conocimiento científico

 Históricamente ha sido necesario el desarrollo de nuevas formas para abordar la naturaleza. Al principio todos los hombres trabajaban para producir los bienes materiales para su existencia, pero conforme la realidad se fue hacien­do más compleja surgió la primera gran división del trabajo: unos se dedica­ron al trabajo manual y otros al intelectual. Poco a poco el trabajo de los primeros fue considerándose menos importante e inferior al de los segundos. Desde entonces (cuando apareció el esclavismo) el trabajo intelectual se des­liga de la práctica y lo ejercen personas especializadas. Ese conocimiento muchas veces se ha utilizado para someter a otros grupos sociales. En la actualidad, el conocimiento científico pretende eliminar la división entre teo­ría y práctica que en el fondo entraña la división del trabajo físico e intelec­tual. Busca respuestas que beneficien a un sector cada vez más amplio de personas.

A diferencia del conocimiento espontáneo, el científico es un conocimiento que exige mayor rigor, que trata de encontrar las regularidades en los aconte­cimientos para explicarlos, conocerlos y predecirlos. Se genera mediante la aplicación del método científico en los diseños de investigación. Aun en nues­tros días la investigación científica la realizan personas con una preparación especial. Esto constituye una diferencia esencial del proceso empírico-espon­táneo del conocimiento. La historia del desarrollo de la ciencia es la historia de esta compleja forma de abordar la realidad. Cada hombre de ciencia aporta algo al bagaje existente de conocimientos sistematizados.

En la ciencia se crean y elaboran los medios especiales del conocimiento: los materiales (diversos aparatos, instalaciones experimentales, etc.); los matemá­ticos (métodos de cálculo, teorías matemáticas, etc.); lingüísticos y lógicos (diferentes lenguajes artificiales, reglas de la estructura de las definiciones elabo­radas en la lógica de la demostración).  

En realidad ésta es una manera de entender el conocimiento científico. Hay otros autores como Ander-Egg, Duverger que afirman que el conoci­miento científico es un salto del conocimiento cotidiano. Ese paso a veces es insensible. Las personas comunes pueden lograr algunos elementos del cono­cimiento científico a través de los medios de comunicación y, por otro lado, los científicos pueden tener resabios del conocimiento espontáneo.

Por el mero hecho de vivir las personas ya tienen un conocimiento y ese es el punto de partida para la investigación científica. Las personas al nacer son arracionales, esto quiere decir que no nacen pensantes. En los procesos de socialización van construyendo modos de pensar que pueden ser racionales o irracionales. La enseñanza escolarizada tiene como uno de sus propósitos fo­mentar el pensamiento racional.

El conocimiento científico, según Ander-Egg, se asienta en los siguientes supuestos: 

  • El conocimiento es posible. Este principio lo dan por sentado tanto el hombre común como el científico.
  • Existe un mundo objetivo y la realidad tiene una contextura independiente del conocimiento que el hombre pueda tener de ella.
  • De esta realidad se puede afirmar algo de sus propiedades estructurales y relacionales, que se captan por una serie de procedimientos y por la ima­ginación e intuición del hombre.
  • Esta realidad es la base y el punto de arranque del conocimiento, en con­secuencia el conocimiento científico queda acotado al terreno o ámbito de la realidad.
  • Como la realidad es devenir, la esencia del conocimiento científico ha de ser descubrir los hechos y fenómenos en el devenir de la realidad.
  • El conocimiento científico procura establecer una conexión universal de los fenómenos.
  • Para que el conocimiento tenga carácter científico, es necesario elaborar instrumentos que garanticen y controlen la validez de los conocimientos adquiridos.

Podemos concluir que el conocimiento científico son cuerpos siste­matizados de información (teoría) coherente que explican un sector bien deli­mitado o definido de la realidad objeto de estudio. Describen, clasifican y desentrañan las leyes que determinan dichos objetos, buscando con ello su control y predicción. Los razonamientos que llevan a nuevos descubrimientos se enraizan rigurosamente en la lógica científica.

Conocimiento filosófico

El conocimiento filosófico, desde el punto de vista de la relación sujeto-objeto del conocimiento, es general y abarcativo. Habla de todo sin límites precisos. En cambio el conocimiento científico es específico y preciso. El filósofo reflexiona los productos de la ciencia, su trascendencia, su valoración gene­ral. Sin embargo, el filósofo para no quedarse en la especulación ha de consi­derar los hallazgos de todas las disciplinas científicas y buscar síntesis gene­rales que permitan a las ciencias nuevos avances.

Actualmente, una persona no puede abarcar la cantidad del saber huma­no. En nuestro tiempo, la filosofía (y la ciencia) se ha dividido en diversos campos. Ello ha hecho más manejable el cúmulo de información y el avance acelerado de la ciencia. Sin embargo, esto también ha planteado serios pro­blemas: dichos campos pueden llegar a convertirse, si no hay una adecuada coordinación, en espacios estancos, inconexos entre sí.

La filosofía hoy por hoy no es área exclusiva de filósofos, los mismos científicos han de abocarse a tal problemática. Hay objetos de estudio que se resisten a ser conocidos por una sola disciplina, un ejemplo lo constituyen los grupos humanos. Por ello las últimas tendencias del abordaje de los objetos son cada vez más interdisciplinarias. Esto quiere decir que especialistas de diferentes disciplinas aportan su conocimiento sobre un objeto específico.

La filosofía es también la reflexión sobre las consecuencias de las afirma­ciones científicas. Cuando se presentan nuevos descubrimientos o afirmacio­nes sobre los hechos estudiados, éstos deben ser analizados por los filósofos, con la finalidad de entender sus alcances posibles, tanto a nivel práctico como a nivel teórico; así como también, deberá descubrir los implícitos éticos e ideológicos en general que esos nuevos conocimientos sugieren.

En síntesis, la filosofía tiene como fin ante el conocimiento presentar una explicación más general y profunda que partirá de las ciencias particulares que investigan un determinado fenómeno social o natural. También deberá plantear las incongruencias entre los distintos modelos teóricos que se pre­senten para explicar un determinado hecho. Busca entonces, la integración racional del conocimiento humano en general.